jueves, 31 de julio de 2008

La reclamación a Albertchucho

Podemos enviar una reclamación al Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid, no hay problema. Entramos en el formulario, y a escribir. Le digo, digo, le digo:
"Oye tío, que esto apesta que no veas, a ver si te enrrollas un poquito con la peña, ¿que no? La gentucilla esa de los ricos de chanclas con calcetines levantaos se van a pirar, me sigues ¿no?. Y aquí al peñita pagando y tal...Que no mola, joder. Mi chorba se tiene que tapar las napias para bajar a comprar el pan, ya ves. A ver si ponemos multas o algo, te digo, porque poner más curritos limpiando la mierda de los demás no es plan, que hay que reducir gastos, tío, que no te enteras, contreras. Ya me dices algo, ¿vale? Pos eso, como decía Nelson, "hasta que nos olamos" (nunca mejor dicho)."

Bueno, y ahora a esperar la respuesta y la solución. Seguro que surte efecto. Qué bien voy a dormir hoy, con el deber ciudadano cumplido.

lunes, 28 de julio de 2008

Olores por el metro de Madrid

No soy sólo ya quien se queja del hedor de la gente. En una carta a un semi-periódico, alguien también hecha de menos un poquito de higiene. Pero también es malo la peste de algunas señoronas que atufan con colonia tan fuerte que marea. Quizá me compre una mascarilla, no para la alergia primaveral, sino para viajar en época estival.
¡Vaya tufillo éste de Madrid!

martes, 22 de julio de 2008

Madrid hiede

Una vez me dijo el vicedecano de extensión universitaria granadino, que la Universidad de Granada está en toda la ciudad, que los edificios de la institución se reparten en cada esquina, en cada calle; esto unido a que hay muchos universitarios, y muchos más que vienen de fuera (del resto de España y del mundo), hacen de la ciudad una universidad gigante, extendida, donde tiene más sentido hablar de 'ciudad universitaria' que en otros sitios.

Pues bien, el otro día recordando aquella anécdota, vi claro el paralelismo con Madrid: de la misma manera que Granada es una ciudad universitaria, Madrid es una ciudad burocrática. Sí, está plagada de Ministerios, Consejerías, Concejalías, Institutos de la Vivienda, Oficinas de Información...¡yo qué sé! En todos sitios hay edificios administrativos, casi en todas las calles. Más o menos importantes. Grandes o chicos. Pero han tomado Madriz.

Y si en algún lugar apartado del centro no se divisara las fachadas abanderadas, entonces encontramos el funcionariado en puestos más comunes: colegios, oficinas del INEM, centros de salud, polideportivos, bibliotecas... Madrid está llena de funcionarios. Lo que todo el mundo quiere ser. ¿Quién no conoce a un funcionario: el vecino, el cónyuge, el hermano, el del reflejo del espejo?

En Madrid hay muchos funcionarios. De hecho, hay más de lo que debiera: el trabajo que puede hacer una persona (si estuviera en el sector privado), se realiza por dos, o tres, o cuatro o más personas. Y siempre despacio, y nunca bien. Menos eficiencia, más antipatía.

Los funcionarios también ensucian la ciudad, con su prepotencia, con su estupidez, con su fata de respeto. Igual que las calles por las cacas de sus perros, y las meadas de sus hijos de madrugada, los edificios públicos de Madrid también apestan por sus habitantes. La gente huele mal.

Desde el cielo, Madrid debe parecer...no sé, nunca lo he visto. Pero al acercarse se deben oir las voces burocráticas y los olores callejeros de una ciudad infectada del ritmo de vida descontrolado. Apesta. Por dentro y por fuera.

PD No todo va a ser malo. Un día me encontre en un INSS un señor verdaderamente preocupado porque al hacer bien su trabajo no conseguía ofrecerme mis derechos (es un poco largo de explicar, baste decir que los becarios laborales -ésos que las empresas contratan para ahorrarse dinero en trabajadores- no tenemos derecho a seguridad social), llegó un momento que me pareció hasta frustrado. Era un puesto simple, de atención al público, un chupatintas... pero tenía la dignidad de hacer bien su trabajo, seria y eficazmente. Yo lo llamé la excepción que confirma la regla.

jueves, 17 de julio de 2008

Medir los olores

Jejé, jereje je. Existe una gente o empresa que se dedica a medir olores. Me hace gracia. Sería bueno, en relación a la peste de las calles madrileñas, que hubiera una ley que limitara a peste a cierto nivel, de la misma manera que hay una cantidad de decibelios que el oido no tiene por qué soportar según no sé qué ley.
Eso, limitar la peste de Madrid a unas cuantas meadas y cacas de perro por calle. A partir de cierta cantidad de ellas, habrá que limpiarlo.

El quinto sentido

Bueno, no me había dado cuenta de que es importante olfatear como un perro todo lo que te rodea de la misma manera que mirarlo. E incluso diría que es un sentido que entra más adentro. Se nos cuela en el subconsciente. Porque con la vista ya tenemos de serie un filtro que hace que hasta lo más impactante no nos mueva, estamos protegidos.
Hay por ahí un curso para las sensaciones, con su capítulo para el olfato. Pero, ¿qué es oler? Pues bien, "el olor es una propiedad intrínseca de la materia y se define como la sensación resultante de la recepción de un estimulo por el sistema sensorial olfativo." Eso dice la wikipedia.
Pues entonces, tampoco estaría mal aprender a conocer cómo conocemos lo "sentimental, sensible, sensitivo" que diría el moderno.

También los hay buenos

Como el de las panaderías, las tiendas de incienso o jabón, los jardines, o cuando llueve y no se puede oler otra cosa que humedad.
¡Pero qué diferencia con los olores de verdad! Los de tierra, olivo, azahar, playa, jazmín... No sabemos hasta qué punto es importante en nuestra vida el olfato, por eso no le hacemos caso, por eso los olores desagradables se nos meten dentro, sin darnos cuenta, y empezamos a oler mal por dentro. Después de muchos años en Madriz (así se dice por aquí, ¿no?), seguro que a cualquiera le huele el hígado a polución de tráfico rodado, y los pulmones a pis y cagadas de perro, y el corazón...Ése está perdido para siempre. ¿Acaso no?

miércoles, 16 de julio de 2008

Hola cachorros

Pues eso, que hola. Y que Madrid apesta. Que huele a mierda y a meados. Pero todas las calles, las del centro y las de alrededor, y las de más allá.
Y el metro no te cuento; ahorita en verano, qué risa, con el olor de la gente.